18 de enero de 2011

El reino del revés

Invertí las dos últimas tardes terminando de arreglar mi biblioteca y preparando junto a Pablito el poema-canción "El Reino del Revés", de la poeta argentina María Elena Walsh, fallecida el pasado 10 de enero. Obviamente, no quiero repetir aquí verso por verso, pero sí recordar que en un momento de su poema Walsh revela que en ese reino anómalo los pájaros nadan, los peces vuelan, los gatos --de tanto hablar inglés-- no dicen 'miau' sino 'yes', 2+2 es siempre igual a 3 y el ladrón se confunde con el juez. Obviamente, tampoco he esforzado mucho la pensadera persiguiendo los mensajes cifrados que laten allí ; poco me interesa que mi hijo desarrolle la paranoica y a veces morbosa curiosidad del exégeta literario. Pero qué interesante resulta la letra de esta canción si la enfrentamos en parte a una realidad que de alguna manera interpela.

Aquí, en el país, para no ir muy lejos, se ha erigido un reino donde quienes juzgan son los verdugos, mientras que las víctimas deambulan como parias buscando el oasis de la justicia. Hubo un presidente que durante ocho años quiso trocar a su amaño el significado de palabras como "enemigo" (todos mis enemigos son los enemigos de todos), "legalidad" (todas mis leyes son las leyes de todos), "paz" (toda paz se logra eliminando a todos mis enemigos, que son vuestros enemigos), "seguridad" (toda seguridad económica, social, cultural es, ante todo, una seguridad militar), y la lista sigue. El resultado, en este reino del revés, fue que a lo largo de ocho años ese gobierno terminó olvidando a quienes por tanto decía luchar: a casi todos los colombianos. Los damnificados por las inundaciones son muestra más que elocuente.

Porque en este mismo reino, quienes apoyaron las gestas de ese gobierno se salvaron del olvido, tal vez porque son los que más reniegan del país y sin embargo enarbolan manillas con la bandera tricolor, participan en campañas hipócritas a favor de la pobreza, y comen de la telebasura nuestra de cada día. En este mismo orden, los políticos se inventan partidos, defienden colores sui generis, capitalizan votos de afiebrados e incautos, y de un momento a otro --a la manera de peces alados-- saltan a otro nido para empollar huevos ajenos.

En este reino del revés no es de extrañar que nuestros estudiantes ubiquen la Amazonía en el Cabo de la Vela y que confundan a García Márquez con Dago García. O que terminen creyendo que nuestros futbolistas son iguales a Messi o a Cristiano Ronaldo, sólo que éstos han tenido mejor suerte que los delanteros nacionales. Hoy mismo, en este reino del revés, un ex-oficial del Ejército condenado por sátrapa (herencia del hálito del susodicho gobierno) se vuela de una super-segura guarnición militar, al tiempo que miles de inocentes se pudren en las cárceles, sin otro doliente que el mismo condenado.

Tan enrevesado es este reino que aún creemos que los cantantes son nuestros mejores embajadores (cuando no son ni lo uno ni lo otro) y que Colombia es el mejor vividero del mundo. Lógico, lo dijo García Márquez en los años 80, cuando vivía su largo, mullido y prolífico exilio en México D.F.

Mundo al revés este, donde los pájaros nadan, los peces vuelan y 2+2 siempre da 3.

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