4 de marzo de 2023

SOBRE EL GUSTO DE UN NO RETORNO

De pocas cosas estoy seguro. De escasos asuntos puedo declarar pleno convencimiento. No obstante, sí puedo dar fe de por lo menos tres acciones en la vida que parecen indicar un no retorno; mejor, de tres ejecutorias terminantes, declaradamente cuasi-radicales, que nos facultan para abrir nuevos senderos cuyo norte es tan fulgurante que elimina el vestigio de cualquier sur. 

Por estos días me animé a seguir los consejos de ciertos doctores que cuentan con un radio de audiencia en YouTube gracias en parte al contexto mediático y profiláctico que originó y dejó la pandemia. Se trata de médicos, especialistas en salud, predicadores de la vida buena, mandamases --si se quiere-- del buen o poco comer y del cuidado de sí para el otro, en fin, gurúes del antienvejecimiento, de la eficiencia articular, de la piel joven y del hígado libre de grasa. Pero en realidad ninguno de estos temas me interesó tanto como el del utilísimo Ayuno de Dopamina.

Sabemos que la dopamina es una de las sustancias que nuestro cerebro segrega cuando se ve asaltado por asuntos del mundo que nos impelen a la emoción, la satisfacción y un regusto de bienestar que bien puede provenir del ejercicio físico (aquí participan las endorfinas) o de la ingesta de un helado. Lo primero, dicen, es más preferible que lo segundo, sobre todo los temas del azúcar y la agresiva manera como ésta interactúa con el páncreas. Si quiero ser preciso debo decir que la dopamina es una hormona, dicen que la más importante del sistema nervioso de todos los mamíferos, asociada estrechamente con la afectividad y que se activa (positiva o negativamente) gracias a situaciones o determinaciones que implican placer.

En principio, el Ayuno de Dopamina vendría a ser algo así como la suspensión de cualquier actividad que nos exponga ante la vivencia de aquellas situaciones o determinaciones que implican recompesa, regusto, etcétera. Sin embargo, los doctores o médicos o grúes que podemos seguir en YouTube identifican sin asomo de contradicción un continente nocivo para la activición negativa de la dopamina: el acceso sin pausa, frenético, automatizado, a Internet en busca de las redes sociales, de las plataformas de streaming, del contenido para adultos y de todo ese batiburrillo compuesto por gifs, memes y reels.

Ilustración: Valeria Reynoso
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De tres cosas, creo, no se retorna en la vida: de la profesión escogida y practicada; de la bebida o de la sobriedad; y del Ayuno de Dopamina, que en mi caso anda muy bien, aun cuando me he permitido esporádicos, muy cortos paseos por aquello que es evitable, prescindible, en tiempos cuando estar fuera de la red puede hacer sospechar a la "comunidad" de que hemos muerto. Pues bien: rehuso por ahora de las mieles del "me gusta"; ignoro el afán del tuit y el muchas veces inconsciente retuit por temas, problemas y acciones que muchas veces me son ajenas y que por lo mismo son competencia de aquellos grupos que viven de la "monetización"; me sitúo en las márgenes de Internet, en este blog, en la visita concreta al correo electrónico y al WhatsApp, y nada más. Poca falta me han hecho los estados, las imágenes, las ocurrencias brillantes o inocuas, aunque también debo decir ausentarse de las redes sociales es como abrazar un fantasma y perderse en su sombra.

Una frase anidó en mí, y es de Chul-Han: "El Like es el amén digital". El Ayuno de Dopamina puede ser muy bien un factor de resistencia ante la creciente y muchas veces imparable dominación ejercida en nosotros por los emperadores del ciberespacio.