31 de enero de 2011
Sobre enfermedades de niño
29 de enero de 2011
Se compra el silencio
Prohibido nacer
27 de enero de 2011
Sueño
26 de enero de 2011
La puntuación como camino
25 de enero de 2011
Guerra y Guerra en el tinglado
24 de enero de 2011
Las palabras (II)
23 de enero de 2011
Las palabras (I)
21 de enero de 2011
El surco del arado en bicicleta
20 de enero de 2011
The Beatles en tiempos de Franco
18 de enero de 2011
El reino del revés
17 de enero de 2011
Una madrugada, mi amigo
16 de enero de 2011
Escritura distal
15 de enero de 2011
Reciclando por ahí
14 de enero de 2011
Argentinos
13 de enero de 2011
El patio de la noche
Quizá una de las causas de esta alteración metafísica de la oscuridad recaiga en la ausencia del patio casero, hoy cuando la mayoría de nuestros niños están confinados al blindaje del apartamento en unidades cerradas. El patio prácticamente ha desaparecido del nuevo mapa físico de las ciudades, lo cual trajo el destierro del imaginario que ese espacio privilegiado para el juego y el solaz siempre encarnó. Tiendo a exagerar pero estoy en la verdad si digo que hoy en los patios modernos apenas sí caben un asadorcito, un perrito y, con suerte, dos sillitas y una mesita de plástico.
Durante esas jornadas, mis hermanas y yo escuchábamos a nuestra madre con un silencio reverencial, lo que hacía posible que toda esa fauna de espectros merodeara en torno al comedor y las sillas de la sala. Entonces creo que a ella se le ocurría mandar al patio a uno de nosotros, con el pretexto de arrojar la basura al tarro más grande, pero nadie iba. Preferíamos seguir escuchando a tener que enfrentar la ruta del Fantasma que nos separaba de la noche en el patio.
Hoy mi hijo camina silenciosamente por el bosque oscuro de este apartamento, confiado en que más allá de la oscuridad están las paredes y uno que otro runrún del viento, sólo el viento, colado por una de las rendijas de la noche.
11 de enero de 2011
Sobre la lonchera
10 de enero de 2011
En Colombia, bala perdida
9 de enero de 2011
Pirotecnia
8 de enero de 2011
7 de enero de 2011
Sobre el juguete nuevo: corto encuentro intergaláctico con Buzz
6 de enero de 2011
Bodegas para el alma
5 de enero de 2011
Faena
4 de enero de 2011
En mi alacena tengo
Sin querer agotar del todo el tema, me permito concluir que el oro de las gramíneas y de las leguminosas antecedió en Europa al oro de las Indias, y creo que aquél fue tanto o más provechoso que éste para los hijos de Colón, quien por cierto inventó uno de muchos mestizajes culturales al añadirle maíz a la polenta (de trigo, obviamente). Pienso también que en esta Colombia devastada por la inequidad, el desempleo, el hambre y la lluvia, gramíneas y leguminosas, preparadas en horas propicias --porque de seguro también alentaron las ventosidades del Siglo de Oro de Quevedo y Cervantes-- y de muchas maneras --¡Oh, feijoada brasileira!--, pueden salvarnos en las horas del cataclismo final.
Bueno, por lo menos en mi alacena tengo ya una buena provisión de fríjoles, garbanzos, blanquillos, lentejas, harina de trigo, avena y maíz pira.