27 de febrero de 2011

La escritura, memoria, vida


La ruidosa tempestad de lo escrito hoy, en tiempos estos cuando la humanidad parece haber leído más que durante toda su historia, me pone frente a la tan consabida como tautológica dicotomía: "Vivir o contar". Cuando leí La náusea, que inmortalizó a ese extrañísimo y perverso personaje de Sartre, Antoine de Roquentin, creí entenderlo todo: sólo aquella actitud vital subordinada a la escritura merece en verdad el nombre de "Existencia". Es decir que la dicotomía que opone la vida a la escritura (y viceversa) es tan falsa como aquella que enfrenta lo blanco a lo negro o la vida a la muerte. Se trataría entonces de pensar en la yunta Vida-Escritura como dos gestos de una única cara: la temporalidad de la existencia.

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