7 de marzo de 2011

El diccionario, el cementerio, las palabras


Un experto en diccionarios, el filólogo Javier López Facal, acaba de publicar un libro asombroso, que seguramente encontraremos en Colombia dentro de pocos días: La presunta autoridad de los diccionarios. En entrevista concedida a El País de España recuerda, con un dejo lingüístico diacrónico: "Las palabras las inventó el ser humano. Los hombres y mujeres llevaban hablando muchos miles de años antes de que aparecieran los gramáticos y los diccionarios. Los protolexicólogos y protogramáticos son algo reciente. Hace cuatro o cinco mil años aparecen ya una serie de personas que se ocupan de las palabras; por ejemplo en Egipto... hay unas esculturas preciosas de señores escribiendo, los escribas. En cuanto a los diccionarios, como muchas otras cosas (la astronomía, la física, la medicina) fue en Grecia donde se empezó a reflexionar sobre ellos. Los griegos asumieron influencias de países cercanos y crearon los términos lexicografía y gramática. Pero el invento del diccionario es como el del abanico, que tuvo lugar en varios lugares a la vez, sencillamente porque había que abanicarse cuando hacía calor o para apartar las moscas".

Imposible olvidar aquí el acierto cortazariano puesto en boca de Morelli: El cementerio. O el diccionario: mortaja de la lengua, a veces; sarcófago de palabras, en otras; mausoleo lexical donde los vocablos se pudren, mudos, si no hay escritura que los soliviante. El diccionario es el paje que recoge y guarda los jirones dejados por la lengua en puertos, calles, parques, estadios, bares, buses y, desde luego, también en las academias.

(Y esto a pesar de que al sur de Cali un Conjunto Residencial tenga como nombre "Sintagma").

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Real/Academia/sigue/haciendo/diccionario/arcaico/siglo/XVIII/elpepucul/20110304elpepucul_7/Tes

No hay comentarios:

Publicar un comentario